Cuando yo era niño mi país era un caballo
y sus orejas se llamaban Tumbes
y el corazón era de ardiente lava
y su pasado estaba lleno de oro,
de una cultura milenaria
que respeto a la tierra, al sol, a la luna,
a sus montañas que tenían alma.
Ama sua, ama llulla, ama quella.
Ahora mi país son veinticuatro pedacitos
de horribles costuras
y la cordillera es una arruga,
una cicatriz que nos separa
por la nariz quebrada
por la dentadura que mastica el verde
por la cobriza piel que a nadie gusta.
Ama sua, ama llulla, ama quella.
Ahora mi país es una herida
y se desangra en su propia carne
y el que usa ojotas se burla de su quechua
y el que llego del mar se mea en su calle
y ambos con la mano sucia
se agarran el pecho y se arrancan un himno
cada vez mas descartable.
Ama sua, ama llulla, ama quella.
Ama llajlla.
Ama sajra.
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